La pregunta no es ¿cómo soñar en tiempos de crisis? La pregunta es ¿cómo no soñar en tiempos de crisis?
Siempre es un buen momento para soñar. Hoy en día con la pandemia que estamos viviendo y en la crisis que estamos teniendo pensamos que hemos perdido el control, pero la verdad es que nunca estuvimos en control. Todo puede suceder cuando sales de tu casa o en la misma, y puede suceder en cualquier día. La incertidumbre del mañana siempre ha estado presente; hoy quizás la sentimos más porque nos ha golpeado a todos por igual. Quizás por eso nos parece una gran crisis, pero hay personas que estaban en crisis antes y hay personas que estarán en crisis después. El soñar no está sujeto a lo que pasa en el exterior; soñar está sujeto a lo que pasa en el interior. El soñar no tiene que ver con lo que pasa afuera, tiene que ver con lo que pasa dentro.
Hace un tiempo me encontraba en Los Ángeles, California. Estaba de regreso a mi hotel de una conferencia a la que había asistido. La conductora del Uber que pedí me contó su historia acerca de cómo había adoptado a sus dos sobrinos porque su madre los había abandonado, y ella no podía permitir que esos niños se quedaran en la calle. Ella estaba pasando por un momento difícil porque su novio, con quien cohabitaba, había terminado su relación con ella. Su preocupación más grande eran los niños, y me comentó cómo ella podía imaginar todo aquello que los niños podrían alcanzar.
Al oír su historia, tan solo un pensamiento llegó a mi mente: “La noche también le agrega belleza a nuestra historia”. Las historias más inspiradoras son aquellas en las cuales el personaje principal tiene que pasar grandes momentos de dificultad. Si en una historia todo está bien para el personaje principal desde el inicio y todo sale bien en el camino, probablemente la historia será un poco aburrida. Mientras mayor es la dificultad, más impactante será la victoria.
De la misma manera en que la noche es el mejor momento para soñar, los momentos más oscuros de la vida son los mejores momentos para soñar todo aquello que en mi vida quiero alcanzar. De hecho, la mayoría de nosotros dejamos de soñar cuando no hay dificultad.
Muchas veces la rutina diaria es la anestesia a grandes sueños. La actividad no nos permite soñar, pero momentos como los que vivimos ahora, donde hemos sido obligados a parar, son los mejores para volver a soñar, para soñar más, para soñar en grande y planificar cómo vivir una gran vida. Sin importar mi situación, puedo soñar con un mañana mejor. Cada mañana soleada o nublada es una nueva oportunidad para volver a soñar y para volver a caminar en dirección a nuestros sueños.
Cuando hablo de grandes sueños no estoy hablando de una mejor casa, de más ropa, de otros zapatos; estoy hablando de una vida que ilumine el mundo. Si Dios tiene grandes planes para nosotros, ¡cómo no soñar en grande! ¡cómo no imaginar volar! La pregunta no es si tengo la capacidad de alcanzarlo. La pregunta es si tengo el valor para intentarlo.
Es mejor parar, respirar y soñar que no parar y lamentar. Una de las cosas que más me sorprende es que cada uno de nosotros tenemos la capacidad de soñar con la cima más alta de nuestra carrera o industria y, sin embargo, nos conformamos con menos.
Que esta crisis no sea la excusa que utilizas para esconder tu miedo a fracasar, tu temor a intentar y la verdadera razón por la cual dejas de soñar. Soñar es gratis, pero alcanzar ese sueño te costará algo.
No dejes de soñar porque no veas el mañana. Si puedes respirar por un instante, podrás ser constante en el camino a tus sueños.
En mi libro La historia dentro de ti, relato mi experiencia al visitar la hermosa isla de Cuba hace un par de años atrás, y de lo impactado que estaba al ver cómo las personas podían hacer tanto con tan poco. Un pensamiento llegó a mi mente: “donde abunda la necesidad se levanta la creatividad”. Es lo mismo con el soñar; son los momentos de adversidad los que más nos invitan a soñar con la oportunidad, a imaginar cómo salir de esta situación donde no me quiero quedar.
Soñar es tan necesario como respirar y si puedo respirar, puedo imaginar.
Si Dios ha puesto un sueño en tu corazón, ha puesto también un don en tu mano. Cuando Dios te creó Él ya hizo su parte; soñar, escalar y alcanzar es tu parte, pero no tienes que hacerlo solo o sola, porque Dios nos ha prometido estar con nosotros siempre.
Así que sin importar lo que puedas atravesar, es tiempo de volver a soñar, de volver a volar. Si limitas tus pasos tan solo a tierra firme, nunca podrás volar, porque volar requiere no tener donde pisar. Y aunque tengas miedo a fracasar, recuerda que el dolor de fracasar nunca será tan grande como el remordimiento de no empezar.
Nunca dejes de soñar y nunca dejes de trabajar para que la cima puedas alcanzar. Lo bueno de las crisis es que nos obligan a reflexionar sobre nuestra vida. De hecho, toda crisis es un buen momento para evaluar nuestra vida y mejorar nuestros días. Si estás en crisis sueña, vuela alto. Los grandes sueños tienen la capacidad de volar por encima de las crisis.
Nadie más puede alcanzar tus sueños por ti. Tus sueños son una luz que deben tu camino alumbrar. Los sueños son como las estrellas: brillan más cuando hay oscuridad.